Estamos ante un tema muy espinoso ya que la situación de crisis que esta atravesando nuestro país está haciendo que se utilice métodos poco o nada ortodoxos para conseguir clientela. Consiste en que el abogado, ya sea por sí mismo, o a través de los llamados “ganchos”, traten de acaparar la clientela utilizando cualquier tipo de astucia, engaño, mentira o lo que sea necesario: “todo vale”.
Actualmente estoy observando lo patético (no sé si efectivo o no) que resulta ver al típico abogado, con su buen traje y corbata, oliendo a Yves Saint Laurent, vendiendo soluciones incluso a delitos prescritos, como algo que se puede solucionar, o cobrando minutas desorbitadas a ingenuos clientes en previsión de problemas que por lógica nunca llegarían a suceder. Ni que decir tiene que esta conducta no sólo esta encareciendo excesivamente los honorarios profesionales sino que además esta provocando litigios innecesarios.
Definitivamente, la concepción del Despacho, del cual formo parte, no responde a tales patrones ya que los compañeros con los que comparto día a día mi trabajo no son mercaderes, no trafican con la confianza que depositan sobre nosotros las múltiples personas que acuden en busca de una mano amiga que les ayude a solucionar aquello que no les deja vivir, que para ellos somos su vía de escape, su solución a una vida mejor.
Por ello, ante tal reflexión, me alegro de formar parte de un Despacho con enormes valores morales que considera que el comportamiento de “éstos” que se hacen llamar abogados debería ser juzgado y sancionado, ya que se trata de una deslealtad que se incardina en la abogacía en cuanto que es la encargada de realizar una función pública.
Eva María Soriano.
Abogado en Illescas.
Eva María Soriano.
Abogado en Illescas.
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