Hemos llegado al año 2012 después
de años de borrachera acumuladora de capital, pero desde 2008 ha estallado la
gran crisis deflacionaria, la misma que nos habían dicho mil veces que no
volvería a suceder porque el capitalismo ya no era el mismo. Sin embargo, la
acumulación por la acumulación y de la anarquía de la producción nos han
llevado a una situación que se ha repetido en la historia: crisis del capital.
Cualquiera que estudie la historia podrá comprobar que las crisis se han
vencido preparando crisis más extensas y violentas y disminuyendo los medios
para prevenirlas, que inevitablemente se ha consumado en guerras.
A las empresas se les ha cortado
el crédito y a los trabajadores se les avecina una ofensiva de recortes, no en
vano para vencer la crisis es de obligado cumplimiento destruir las masas
productivas, la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de
los antiguos. Esta situación que es la que vivimos en la vieja Europa se ha llegado
sin lucha ni resistencia, y es producto de un largo proceso degenerativo de
corrientes políticas y sindicales, que fueron cambiando sus postulados teóricos
y práctico reivindicativos, a la vez que se profesionalizaban, que iban
formando un aparato de liberados con decenas de miles de profesionalizados que
fueron sustituyendo y destruyendo el movimiento obrero reivindicativo defensor
de la economía de la empresa y la economía nacional, objetivo conseguido a
costa de liquidar los movimientos, las luchas y la solidaridad de la clase
trabajadora. Este tipo de sindicalismo pagado por la patronal y su Estado ha
venido haciendo concesiones, ayudando a liquidar todas las conquistas que se
hicieron entre 1957-1977.
Todos estos hechos históricos
demuestran que este tipo de sindicalismo, estos modos de hacer política
sindical son los que nos han conducido al precipicio actual.
Es tiempo para que todos aquellos
trabajadores y empresarios que se encuentren o se sientan desamparados, que no
creen en este sindicalismo actual, busquen en la independencia de los despachos
profesionales, en su profesionalidad, disposición y empeño, un lugar donde
conseguir la máxima efectividad a sus derechos, y se alejen de las corrientes
políticas y sindicales que buscan aglutinar militantes para cobrar jugosas
subvenciones, sin importarles sus derechos.
Daniel Benito.
Abogado en Madrid de Zaballos Abogados.
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